Fragmento de la transcripción:
Y no hablemos de los paros, los cortes, las manifestaciones. Miren, yo apoyo los reclamos sociales, eh, no me malentiendan. Pero cuando tenés que llegar a un examen y te cortan el transporte por la quinta vez en el mes, ahí empezás a sentir esa tensión amor-odio con la ciudad.
La cosa es que todo ese viaje, toda esa lucha diaria para llegar, te hace valorar más cada momento que pasás en Buenos Aires. Es como que te lo ganás a pulso.
Pero después llegás a Capital y se te olvida todo el mal momento. Porque Buenos Aires de día o de noche… posta que es mágica.
Las calles están vivas hasta altas horas. Vos podés caminar por Corrientes a las dos de la mañana y encontrar librerías abiertas. ¿En qué otra ciudad del mundo pasa eso?
Hablando de eso, hay una librería que me encanta, la librería Orsai del escritor Hernán Casciari, en el Paseo La Plaza, que no es muy conocida. Buenos Aires tiene ese algo que me encanta: literatura, café, gente hablando de todo y de nada hasta cualquier hora. Y la presencia de la gente, que te presta mucha atención cuando caminás, cuando entrás a su local, entrás a su café, y a veces te quedás charlando bastante tiempo si no vas con apuro.
Y después tenés los bares, las confiterías, los boliches. Todo abierto hasta tarde. Los porteños cenan a las diez de la noche como si nada, y después se van a tomar algo hasta las cinco de la mañana, de jueves a domingo estamos hablando, obvio. Algo totalmente impensable en muchas partes del mundo.
Me encanta el tango en la calle, aunque sobre todo es para turistas hoy en día. Pero hay muchas zonas en las que la música callejera está a la orden del día, es algo normal.
Aunque también está el lado oscuro de la vida porteña: la inseguridad, el caos del tránsito, las veredas rotas. Además, es una ciudad que ama a los animales, muchos adoptan perros, y por muchos años fue muy común pisar caca en todas las cuadras, pero por suerte eso está cambiando.
Una cosa que me fascina de Buenos Aires es la actitud contestataria del porteño. Acá todo se cuestiona, todo se debate, todo se critica. El porteño tiene opinión sobre todo y no se la guarda.
Y te cuento que viajar en subte también es una aventura. Pasa algo muy argentino: cuando sube un músico a tocar, la gente aplaude aunque no le guste la música. ¿Por qué? Porque «al menos no está robando». Bue, tampoco es solo por eso, acá se apoya mucho al músico, no se lo deja en banda, que quiere decir que no se lo deja abandonado.
Si querés seguir charlar sobre todos estos temas interesantes de Argentina mientras practicás tu castellano en grupo,
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